jueves, 2 de marzo de 2017

La alimentación del lactante saludable

La Lactancia Materna Exclusiva, se define cuando el niño es alimentado exclusivamente con la leche del pecho de su madre o de una nodriza, o recibe Leche Materna extraída del pecho sin ningún tipo de líquidos o sólidos complementarios, ni siquiera agua (excepto medicinas, vitaminas o minerales cuando ello es necesario). La Lactancia Materna Exclusiva llena totalmente las necesidades de energía y de nutrientes para la gran mayoría de niños.
La Leche Materna es el alimento ideal para el lactante humano, es adecuada a sus necesidades metabólicas, a su estado de madurez y a los requerimientos para el crecimiento. Contribuye a la adaptación del recién nacido a la vida extrauterina y permite establecer una estrecha relación entre madre e hijo. Además, es un derecho tanto del niño como de su madre.
Lactancia Materna Parcial, implica el consumo prioritario de Leche Materna con la adición de una fórmula láctea u otros líquidos en pequeñas cantidades. Con frecuencia en nuestra región erróneamente se utilizan líquidos edulcorados, té, miel, agua de arroz o cereales, etc. Cuando se usan líquidos adicionales como los mencionados, con frecuencia desplazan el consumo de Leche Materna sin incrementar la ingesta calórica total, con el perjuicio nutricional obvio. Esta práctica se asocia a duplicación del riesgo de diarrea infecciosa.
La Alimentación Complementaria, es la introducción de alimentos y líquidos adicionales a la lactancia, idealmente cuando el niño ya está apto para tal efecto. En condiciones ideales esto debe ocurrir alrededor de los 6 meses, edad en la cual la Leche Materna ya no es suficiente para cubrir a plenitud los requerimientos nutricionales del lactante, por lo que se hacen necesarios otros alimentos y líquidos además de la lactancia para llenar las brechas de energía y nutrientes que supone la Lactancia Materna Exclusiva. Si no se introducen alimentos complementarios a esta edad o se administran de manera inapropiada, el crecimiento del lactante se puede ver afectado.
Aun después de la introducción de los alimentos complementarios, la Lactancia Materna continúa siendo una fuente importante de nutrientes para el niño pequeño y debe mantenerse hasta el año, inclusive durante el segundo año si la madre y el niño así lo desean. Los alimentos complementarios deben ser nutricionalmente seguros y administrados de manera apropiada, para que cubran las necesidades de energía y nutrientes del niño pequeño.
Sustitutos adecuados de la Leche Materna
Se define así a los productos destinados a satisfacer por completo los requerimientos nutricionales de los lactantes durante los primeros 4 a 6 meses de edad y que contribuyen como parte principal de los requerimientos nutricionales a lo largo del primer año de vida cuando no es posible ofrecer Lactancia Materna.
Deben tener una composición similar o equivalente al valor nutricional de la misma y deben ofrecer la seguridad bacteriológica para que su consumo sea inocuo para el lactante.
El niño que por alguna razón no es amamantado y requiere un sucedáneo de la Leche Materna, debe consumir uno que posea la composición adecuada y cuyo suministro sea confiable e ininterrumpido.
Las madres deben ser advertidas previo al consumo de estos productos, sobre la superioridad de la Leche Materna como fuente de alimentación para todos los niños, así como las consecuencias y riesgos del empleo de estos productos si no se observan las condiciones mínimas requeridas para su uso (educacionales, económicas, higiénicas, etc.)
Sustitutos inadecuados de la Leche Materna
Son todos aquellos alimentos utilizados para reemplazar y/o complementar la Leche Materna pero que carecen de la composición nutricional idónea para el efecto. Una de las opciones más frecuentemente utilizadas es el uso de leche de animal modificada en el hogar (por lo general, leche de vaca).
No es recomendable como una opción de alimento de sustitución en niños menores de un año, al igual que la mayoría de bebidas derivadas de cereales, atoles y hierbas, dado que poseen un aporte nutricional muy variable: muy alto en el caso de las leches de animal y muy limitado en el caso de los atoles. No se recomienda el empleo de fórmulas a base de proteína aislada de soya en los primeros 6 meses de vida ni el uso de leche entera de vaca antes del primer año
Suficiencia de la Lactancia Materna
La LIV Asamblea de la OMS en el año 2001 enfa­tizó la suficiencia de la “Lactancia Materna Exclusiva durante los primeros 6 meses como una recomen­dación de salud pública”, junto a la introducción de la Alimentación Complementaria apropiada y segura a partir de esa edad, manteniendo la Lactancia Ma­terna hasta los 2 años si es posible.
La Leche Materna cubre la totalidad de necesidades calóricas y proteicas del lactante humano hasta los 6 meses de edad. A partir de esa edad, aporta aproxi­madamente el 50% de las necesidades de energía del lactante hasta el año de edad y hasta un tercio durante el segundo año de vida. La Leche Materna continúa suministrando nutrientes de mayor calidad que los ofrecidos por los alimentos complementarios y también aporta factores protectores, por lo que es recomendable continuarla a libre demanda hasta los 2 años de edad o más junto a la Alimentación Complementaria adecuada
Riesgos potenciales de la alimentación temprana
Los niños no deben recibir alimentos complementarios diferentes a la Leche Materna antes de los 6 meses. A pesar de ello, en la práctica diaria es común que se les suministre alimentos semisólidos o substitutos inadecuados de Leche Materna en edades tan tempranas como 2 y 3 meses.
Se sabe que existe inmadurez digestiva y funcional. Algunas enzimas digestivas como la amilasa, enzima encargada de digerir el almidón puede ser “estimulada” y aumentar su secreción, al igual que puede “inducirse” un incremento en la filtración glomerular y en la función renal compensatorias debido a la ingesta de grasas y proteínas.
Obviamente, el hecho de que puedan darse esas adaptaciones no justifica el forzar a que ocurran. Por el contrario, está bien descrita en la literatura mundial una gran cantidad de desventajas inmediatas y riesgos a corto y largo plazo asociados a Alimentación Complementaria muy temprana (Previo a los cuatro meses de vida) y que se describen a continuación
Malnutrición: Los alimentos diferentes a la Leche Materna reducen la frecuencia e intensidad de la suc­ción, reduciendo en consecuencia la producción de Leche Materna, con lo que la Alimentación Comple­mentaria pasa a ser “suplementaria”. La gran mayoría de alimentos utilizados para ese efecto poseen un valor nutricional inferior al de la Leche Materna, de manera que el niño no solo toma menos leche sino que consume alimentos nutricionalmente inferiores, la consecuencia lógica es malnutrición. A la inversa, cuando se consumen cantidades muy altas de nu­trientes, el inicio de alimentos sólidos previo a los 6 meses de edad se asocia con obesidad en edades posteriores.
Déficit de Hierro, Anemia: El consumo de cereales y vegetales no suplementados interfiere con la ab­sorción del Hierro contenido en la leche humana, ll­evando a estados deficitarios de dicho mineral y de algunos otros como Zinc y vitaminas. La gran mayoría de alimentos utilizados para ablactación en nuestros países (cereales, granos, tubérculos, vegetales, etc.) son carentes de micronutrientes como Hierro y Zinc.
Incremento del riesgo de enfermedades diarreicas: La alimentación complementaria en países con ba­jos índices de salud ambiental implica manipulación de alimentos en ambientes no sanitarios. La tem­peratura ambiental en climas tropicales y la duración del almacenamiento de comida después de la pre­paración se correlacionan con los recuentos bacte­rianos detectados en los alimentos.
La transmisión de microorganismos, tales como virus, por contami­nación de las manos de los padres o encargados de administrar la alimentación, junto a las limitacio­nes en calidad y disponibilidad del agua son factores adicionales de riesgo cuando se utiliza Alimentación Complementaria a tan temprana edad.
Obesidad: Si bien la etiología es multifactorial y compleja, parece existir una relación entre obesidad adulta/sobrepeso y obesidad durante la infancia: se ha demostrado correlación entre obesidad a los 12 meses de edad y obesidad en etapas posteriores en la vida, incluso en la edad adulta. También existe correlación entre una ganancia de peso muy rápida durante la infancia y sobrepeso posterior. Cuando se inicia la Alimentación Complementaria antes de los 6 meses, se incrementa el riesgo de obesidad.
Los niños alimentados con fórmula crecen igual que los alimentados con Leche Materna durante los primeros 3 meses de vida, a partir de allí, los niños que toman fórmula crecen más que los niños que toman Leche Materna: en promedio 410 g./año los varones y 750 g./año las niñas. Por ello se considera que sobre-alimentación es uno de los principales riesgos de lactancia artificial y Alimentación Complementaria muy temprana. El consumo de leche humana parece regular la ingesta alimentaria, acorde a las necesidades reales del lactante
Hipertensión arterial: La alta ingesta de sodio es uno de los principales factores de hipertensión arterial. La Leche Materna tiene un bajo contenido en sodio (aprox. 15 mg/100 ml: 6.5 mmol./l), pero la ingesta de sodio puede elevarse drásticamente durante la Alimentación Complementaria, según las preferencias culinarias familiares y de la madre. El potasio tiene un rol protector contra la elevada ingesta de sodio en hipertensión arterial. Las frutas y verduras frescas son ricas en potasio, pero la cocción reduce significativamente el contenido de potasio y de las vitaminas A y C.
Arteriosclerosis: El rol de la dieta en arterioesclero­sis y enfermedad cardíaca isquémica es indudable. ¿Cómo actúa? Las dietas ricas en energía y ricas en colesterol y grasas saturadas pero bajas en gra­sas poli-insaturadas, son predisponentes. Una alta ingesta proteica también está relacionada aunque sólo en individuos predispuestos. El sentido común insta a evitar en la Alimentación Complementaria los mismos excesos que han probado ser indeseables en edades posteriores.
Alergia alimentaria: Existe evidencia que la Lactancia Materna prolongada y la introducción oportuna de ali­mentos complementarios contribuyen a la prevención de alergia alimentaria en niños predispuestos, tanto para la proteína de la leche de vaca como las proteí­nas contenidas en otros alimentos.
La Lactancia Materna por 6 meses, especialmente en los niños que tienen riesgo de alergia reduce la incidencia de enfermedades atópicas comparado con los niños que se alimentaron con fórmulas infantiles.
La introducción de alimentos diferentes a la Leche Materna antes de los 4 meses se ha asociado con in­cremento en el riesgo de dermatitis atópica y sensibili­zación atópica en general. El consumo de cereales en torno a los 3 meses de edad en pacientes en riesgo de Diabetes de tipo 1 y Enfermedad Celíaca aumenta la posibilidad de desarrollar estas enfermedades.
Atrasar el inicio de la Alimentación Complementaria, mucho tiempo después de los 6 meses de edad tam­bién resulta contraproducente: No se previenen las alergias y la demora se asocia a efectos adversos tales como una limitada ganancia de peso, deficiencia de hierro, zinc y otros micronutrientes, por ingesta inadecuada, así como retraso en el desarrollo de las habilidades motoras, especialmente lo concerniente a las habilidades relacionadas con la masticación y la deglución que pueden condicionar aversión a los alimentos y problemas futuros para el consumo de alimentos sólidos

Fuente:

Asociaciones de Pediatría de Centro América (2013). Primer consenso Centroamericano alimentación en el primer año de vida. Sociedad Centroamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario