jueves, 26 de marzo de 2020

La alimentación de los adultos mayores. Una prioridad en tiempos de crisis


Las personas mayores que comen en forma saludable (alimentación variada y equilibrada) tienen una mayor probabilidad de mantenerse sanas y activas durante más tiempo. Sus necesidades de energía son en general menores que las de los adultos jóvenes, pero sus necesidades de proteínas y de micronutrientes se mantienen y en algunos casos aumentan.
En esta etapa de la vida, las necesidades nutricionales de las personas son estables, primordialmente porque se ha detenido el crecimiento. En esta edad, una alimentación adecuada es necesaria para conservar la buena salud, fortalecer su sistema inmunológico, mantener la productividad, la seguridad en sus actividades y retardar o disminuir el deterioro conforme avanza la edad. Es importante también para prepararse para vivir la etapa del adulto mayor de forma plena.
La dieta debe ser de tal manera que permita el mantenimiento del peso corporal en las personas con peso adecuado o que se ajuste a los casos particulares en los que se requiera aumentar o disminuir el peso.
Como en todas las edades, la alimentación en esta etapa de la vida debe reunir las características generales de la alimentación correcta: es decir, debe ser completa, equilibrada, suficiente, variada, inocua (que no hace daño) y adecuada a las circunstancias particulares del adulto.
Las personas tienden a comer menos a medida que se van haciendo mayores. Esto significa que es particularmente importante que los adultos mayores seleccionen los alimentos con mayor contenido de nutrientes para cubrir sus necesidades con pequeñas cantidades de alimentos.
Las necesidades nutricionales en esta etapa cambian en relación con varios factores, principalmente con edad, peso, temperatura ambiente, intensidad y duración del trabajo y la actividad física adicional.
A partir de los 25 años de edad, los requerimientos energéticos de las personas comienzan a disminuir. Sin embargo, si la persona se mantiene en una actividad física moderada o intensa, sus requerimientos de energía aumentan.
Los hábitos alimentarios basados en la variedad y la moderación, pueden ayudar a mantener un peso saludable y evitar la enfermedad. Debido a la importancia de la prevención o la detección temprana de obesidad o sobrepeso es deseable que el adulto sano se someta a evaluaciones periódicas del peso y de la grasa corporal.
Una forma sencilla para evaluar es estado nutricional, es el uso de las medidas de peso en kilogramos y la talla en metros al cuadrado (Peso (Kg)/Talla (metros al cuadrado), la cual se denomina Índice de Masa Corporal -IMC-.
Además de ser uno de los indicadores más utilizados para conocer la composición corporal; también se ha considerado como un indicador de riesgo de mortalidad (a mayor el IMC, mayor el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con exceso de grasa corporal).
El Índice de Masa Corporal -IMC- es ampliamente utilizado para el diagnóstico del sobrepeso (IMC 25 kg/m2) y obesidad (IMC 30 kg/m2) en hombres y mujeres, ya que esos valores se relacionan con el aumento en el riesgo de enfermar y morir.
Al igual que para las calorías, hay variaciones individuales para las necesidades de proteínas, minerales y vitaminas. Las necesidades de proteína al igual que las calorías son mayores para el sexo masculino; mientras que las necesidades de hierro para el sexo masculino son inferiores, ya que las mujeres requieren más, principalmente por la pérdida menstrual. Las necesidades de vitaminas A, C, complejo B y de minerales como el calcio y potasio son iguales para ambos sexos.
Cubrir las necesidades de calcio en esta edad también es importante ya que es necesario para la coagulación de la sangre, desarrollo de los impulsos nerviosos, los latidos del corazón, las contracciones musculares y para el mantenimiento de huesos y dientes sanos y fuertes.
Es posible que algunas personas mayores no coman lo suficiente y puedan tener bajo peso o anemia debido a que: no tienen dientes o tienen las encías dañadas; se sienten tristes, solas o están enfermas; son pobres o discapacitadas y no tienen a nadie que les ayude a comprar o preparar alimentos; viven en instituciones que les proporcionan comidas insuficientes o de mala calidad; deben compartir el poco dinero del que disponen con una familia numerosa o no pueden disponer de su propio dinero.
Como en todas las edades, la alimentación en esta etapa de la vida debe reunir las características generales de la alimentación nutritiva; tales como: guisos de verduras, tortas de huevo con vegetales u hortalizas, ensaladas, encurtidos, sopas o cremas de vegetales.
Por otra parte, la sensibilidad de los ancianos a procesos infecciosos enfermedades neoplásticas y tal vez a daños vasculares, parece ser consecuencia del envejecimiento de su sistema inmune. La respuesta inmune disminuye con la edad contribuyendo a un aumento en la morbilidad y mortalidad del adulto mayor. Además, con la edad se pierde la capacidad de replicación celular que se requiere para una adecuada respuesta inmune.
El adulto mayor o anciano es reconocido siempre como un paciente inmuno-comprometido, pero la edad fisiológica y la edad cronológica no siempre concuerdan y de allí, la heterogenicidad de los ancianos.
Los factores de riesgo asociados con infecciones en el adulto mayor son: deficiente estado nutricional, enfermedades basales, alteraciones en la deglución y disminución en su capacidad inmunológica mediada por células. Por lo tanto, los objetivos primarios en la prevención y tratamiento de las infecciones en esta etapa de la vida deben ser el mantenimiento de las condiciones generales y del estado nutricional.
A continuación se mencionan algunas modificaciones alimentarias y de estilo de vida que, junto con las reglas generales de la alimentación correcta, pueden ayudar a disfrutar de la comida y a la vez gozar de una buena salud para tener la oportunidad de alcanzar y disfrutar la vejez.
.- Mantener un peso de acuerdo a la talla o estatura.
.- Comer alimentos variados.
.- Aumentar el consumo de frutas y verduras 5 – 7 porciones al día.
.-Comer grasa en cantidad moderada.
.- Comer alimentos con fibra
.- Mantener un consumo adecuado de calcio
.- Prefiera consumir más pescado con relación a carne de aves y carnes rojas
.- Moderar la ingestión tanto de alimentos ahumados y de productos curados o de salchichonería
.- Evitar el exceso de azúcar.
.- Evitar el exceso de sal.
.- Consumir líquidos en abundancia, por lo menos 8 vasos de agua al día.
Los hábitos alimentarios en la edad adulta ya están establecidos, sin embargo, estos pueden ser modificados o mejorados con perseverancia y voluntad, en el caso de tener costumbres alimentarias erróneas.
Por otra parte, la desnutrición es común en nuestros países, aunque es más frecuente en los niños menores  y la población adulta, la cual se ve afectada por:
.- Las hambrunas, que involucran a toda la población de un lugar específico.
.- El tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción.
.- Las enfermedades que afectan el consumo de alimentos, o bien la absorción, utilización y excreción de nutrientes.
.- Ciertos padecimientos que causan el ingreso a un hospital, pudiendo ser la desnutrición producto de la falta de apetito causada por la misma enfermedad o tratamiento (cirugía, entre otros).
.- La moda que se inclina por un culto a la delgadez.
Cuando la dieta no cubre las necesidades de energía, se utilizan las reservas del propio organismo: grasa, músculo y proteínas viscerales. El tratamiento que debe recibir el adulto desnutrido va a depender de la causa y el tipo de desnutrición.
Recuerde que:
1. Comer alimentos variados en cantidades moderadas.
2. Comer grasa en cantidad moderada, de preferencia aceites vegetales y preparar los alimentos con poca grasa.
3. Comer alimentos con fibra, incluyendo frutas y vegetales de 5 a 7 porciones al día.
4. Evitar el exceso de azúcares y limitar el consumo de postres, golosinas y bebidas embotelladas.
5. Evitar el exceso de sal, principalmente eliminando la costumbre de agregar sal a los alimentos una vez servidos en la mesa y restringir el consumo de alimentos muy saldados o productos procesados no naturales.
6. Mantener un peso de acuerdo al tamaño o estatura con una dieta balanceada de acuerdo a las necesidades nutricionales y aumentando la actividad física diaria.
7. Consumir diariamente suficiente agua (por lo menos 8 vasos de agua de preferencia entre comidas).
El consumo de tabaco por diferentes mecanismos, afecta las concentraciones normales de las vitaminas: A, B12, E, C, Ácido fólico y algunos carotenos (provitamina A). Los fumadores deben incrementar el consumo de alimentos fuentes de estas vitaminas. Varios metales tóxicos contenidos en el humo del tabaco (arsénico, cadmio, níquel), se depositan en los tejidos y compiten con la absorción intestinal de minerales como el zinc, el cobre y el hierro, lo que podría afectar los niveles normales de estos nutrientes tanto el consumidor como el fumador pasivo.

Fuente:
FAO-OMS (1994) la alimentación del adulto mayor. Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá. Disponible en: https://www.paho.org/nic/index.php?option=com_docman&view=download&alias=57-cadena-28-alimentacion-del-adulto-mayor&category_slug=publicaciones-anteriores&Itemid=235
FAO (2006) la alimentación en al adulto mayor. Disponible en: http://www.fao.org/3/y5740s/y5740s13.pdf
Fundación CAVENDES (1998). Nutrición y Envejecimiento. Dani Editores. Carabobo-Venezuela.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario