jueves, 4 de febrero de 2016

Escuela saludable versus protectora de la salud

La educación para la salud (EpS) está íntimamente relacionada con la noción de salud. Este concepto ha sido objeto de múltiples acepciones desde tiempos remotos hasta la actualidad, con atribuciones muy diferentes y hasta enfrentadas. Algunos autores encuentran tres razones de esta dispersión de significados:

1) El contexto, que da prioridad a lo curativo, a la dolencia o a la eficacia en función de los diferentes contextos en los que se aborda.
2) Los presupuestos básicos que lo informan y que difieren significativamente de un contexto científico a uno normativo.
3) El ideal sobre la salud, que puede quedar restringido por la identificación con lo corporal o estar abierto a otros aspectos como la felicidad, la calidad integral de la vida o la salud psíquica.

Sin embargo, a pesar de las diferentes conceptualizaciones de la salud, puede decirse que en todas se la presenta como un proceso variable y relativo que reúne tres aspectos: objetivo (facultad para efectuar una acción), subjetivo (relacionado con el concepto de bienestar) y ecológico (adaptación biológica, mental y social de la persona al medio). Además, se considera que la salud está determinada por la atención sanitaria, los factores biológicos, el medio ambien­te y los estilos de vida. La EpS abarca aspectos no sólo del campo de las ciencias de la salud, sino también de otros campos relacionados, por ejemplo, con las ciencias sociales.
La EpS se caracteriza, además, por ser un proceso paralelo a otras interven­ciones, por constituir un conjunto de aprendizajes estructurado en tres aspec­tos (información, impulso de actitudes positivas y desarrollo de hábitos y comportamientos saludables), por acometer la responsabilidad individual y colectiva en la toma de decisiones a través del pensamiento alternativo y consecuencial, así como por desarrollar la capacidad de interrelación. Tiene una clara finalidad cualitativa y no únicamente cuantitativa.

La EpS en el ámbito educativo
El arbitraje educativo está fundamentado por la necesidad de avivar y estimular un conocimiento y un pensamiento óptimos de la salud y de la enfermedad, optimización que se traduce en la adquisición de sentimientos, hábitos y actitudes positivas que conducen a una vida saludable. En este arbitraje, la escuela se presenta como uno de los esce­narios de la educación para la salud y se convierte en agente de la misma, al incidir de manera directa en el conocimiento y la comprensión.
Si la educación quiere abarcar a toda la persona y ser integral, la salud no puede quedar fuera de la escuela. Más bien hay que apostar por su tratamien­to como una cuestión prioritaria en el currículo que contribuya a formar alumnos sanos, que, con el correr de los años, serán adultos sanos y harán posible una sociedad sana.
Aunque el papel de la escuela en materia de salud ha sido evidente, se ha puesto de manifiesto que sus objetivos y métodos no han sido siempre los mismos. Al principio, la acción se centró en la prevención de enfermedades; la modificación de conductas individuales se dirigía hacia el abuso de drogas, alcohol, tabaco; también se trataban la ali­mentación, la actividad física y la salud mental, entre otros, y, en su concep­ción metodológica, el alumnado se percibía como receptor pasivo ante las recomendaciones de los expertos.
En la década de los ochenta, con la influencia de la Carta de Otawa (2001), la acción académica da paso a la mejora de todos los aspectos que pueden determinar la salud en el contexto escolar. Con esta nueva visión, las iniciati­vas dejan de centrarse sólo en el alumnado e incorporan otros agentes, como la comunidad educativa y la misma institución escolar. El alumnado deja de ser agente pasivo y pasa a ser agente activo, colabora en la identificación y la adopción de conductas saludables y contribuye al reconocimiento de la influencia que ejerce en la salud su contexto físico y social inmediato, con el objetivo de que pueda convertirse en protagonista.
Esta nueva visión de la EpS constituye un avance significativo desde una perspectiva meramente preventiva hasta otra en la que se toman en conside­ración las dimensiones física, psicológica y social de la salud, así como su promoción. Sin embargo, se ha podido constatar que el desarrollo de este último aspecto es aún lento, como demuestra el escaso número de centros docentes vinculados a la Red Europea de Escuelas Promotoras de la Salud. En la actualidad, sin embargo, nos encontramos en un escenario en el que conviven de forma simultánea la EpS y la promoción de la misma.

Enfoque actuales en la EpS
Gracias a estos antecedentes y a las conclusiones de la Conferencia de Otawa, en 1986, nació el concepto de promoción de la salud, que incluye el trabajo por la paz, la dotación de recursos (económicos, alimenticios, de hábi­tat) y su uso sostenible. Para hacer posible las conclusiones, la OMS promovió el lema «Salud para todos en el año 2000», que, con un matiz continuista («Salud para todos en el siglo XXI»), quiere conseguir que todos los seres humanos puedan tener una vida social y económica productiva.
El enfoque actual de promoción de la salud se aleja del planteamiento patogénico, al buscar el equilibrio entre acciones preventivas para la solución o la reducción de déficits y aquellas que potencian las aptitudes, los recursos, el talento y las oportunidades o los activos para la salud de la persona o la comunidad (enfoque salugénico).
Este enfoque salugénico, aplicado al ámbito de la salud mental, se traduce en un objetivo concreto: la promoción de la salud mental y la prevención de alteraciones o problemas del desarrollo psicosocial, estimulando aquellos fac­tores que conducen a un desarrollo positivo. A la vez, busca disminuir aspec­tos que pueden poner en riesgo o que pueden obstaculizar un desarrollo psi­cosocial positivo. Estos factores pueden ser aplicados a nivel individual, familiar, grupal, comunitario y territorial. El modelo salugénico comienza caracterizándose por el énfasis en los orígenes de la salud y el bienestar, así como por la preocupación por el bien­estar.
En el área del desarrollo humano, el énfasis de estas reflexiones se sitúa en la importancia de promover el potencial humano, en vez de destacar sólo el daño que ya se ha hecho o se puede hacer. Se trata de un nuevo modelo: par­tir de lo «salugénico», de la salud, de lo que provoca salud, en lugar de partir de lo negativo, del déficit, de lo que falta. La cultura salugénica es aún más importante, porque su trabajo repercute directamente en la salud, al favorecer el desarrollo de condiciones y comportamientos que reducen los riesgos para la misma. La esencia de este modelo consiste en promover el desarrollo de esas condiciones favorables y de los comportamientos saludables y salugénicos. No trata de evitar los aspectos negativos que inciden en la salud, sino más bien de aprender cómo vivir mejor con ellos, si no resulta posible evitarlos.
Por tanto, la escuela salugénica, partiendo de los postulados de este mode­lo, es aquella que centra su atención en conductas vitales saludables (las con­ductas salugénicas, por oposición a las conductas consideradas patogénicas), que, practicadas mientras las personas están sanas, alejan la aparición de enfer­medades, y practicadas una vez instalada la enfermedad, evitan su agravamien­to y sus posibles complicaciones, y, en muchos casos, permiten la recuperación definitiva. El concepto global de salud, entendido como la conservación o el restablecimiento de la salud corporal, física y mental, constituye el fin de la escuela salugénica, que promueve la salud o la salud positiva en el contexto académico. La escuela es un medio que facilita el entrenamiento de la salud y nutre al alum­nado, a través de la acción del profesorado, de aquellos factores protectores del desarrollo infantil.
Características de la Investigación
Para sustentar estas ideas se desarrolló un estudio descriptivo de análisis de documentos (bibliométrico), la muestra quedó determinada por 245 artículos. En la revisión, fueron incluidos los trabajos de educación para la salud realizados en diferentes instituciones educativas españolas y publicados entre 1993 y 2013.
De acuerdo con las evidencias encontradas, se puede decir que los conteni­dos y los métodos pedagógicos aplicados a lo largo de los siglos, en general, difícilmente se han podido incorporar a la práctica. Esta dificultad se puede explicar básicamente por el hecho de que la educación se ha visto siempre mediatizada por el contexto social, económico e ideológico preponderante en cada momento histórico. Los estudios se centran en intervenciones puntuales, sin continuidad en el tiempo y con una muy escasa descripción del marco teórico sobre el que se sustentan.
Además, se desconoce si los trabajos se insertan en el plan de centro de las instituciones educativas. Las metodologías de enseñanza utilizadas combinan lo expositivo y lo par­ticipativo. Los objetivos se relacionan, en su mayoría, con el incremento de información y con la adquisición de habilidades, no cumplen los criterios de promoción de la salud establecidos por la OMS y desconocen que son más efectivos aquellos que se insertan en programas multicomponentes, que impli­can de manera global a la comunidad educativa, que actúan sobre el ambien­te escolar, de forma constante en el tiempo y que comprometen a las familias y al resto de la comunidad.
Los resultados de este estudio sugieren que las intervenciones de educa­ción para la salud en la escuela se fundamentan más en la prevención que en la promoción de aquélla.
El profesorado no ha hecho suya la idea de la efectividad de las interven­ciones escolares en materia de promoción o quizá no ha percibido que la EpS, como conjunto de oportunidades de aprendizaje, supone una forma de comu­nicación destinada a mejorar el conocimiento sobre la salud y a promover el desarrollo de habilidades para la vida, que pueden conducir tanto a la salud
Fuente:
Daniel Guerrero-Ramos Manuel G. Jiménez-Torres Manuel López-Sánchez (2014). Escuela saludable versus protectora de la salud.  Educar. vol. 50 (2), p. 323-338.

1 comentario:

  1. la diferencia es que una escuela saludable es aquella que brinda los derechos alimenticios a sus estudiantes de forma correcta, por ejemplo da buena comida (sana y nutritiva), es higiénica a la hora de manipular y cocinar los alimentos. y la otra diferencia es que protectora de la salud se encarga de la buena salud de sus estudiantes, que no sufran de desnutrición, déficit, o algún trastorno alimenticio y si lo sufre buscar la solución lo más rápido posible.

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