Venezuela
es un país en desarrollo en medio de una crisis muy prolongada, y está inmerso
en una transición alimentaria y
nutricional desde hace muchos años. Este fenómeno, no es más que la secuencia de características y cambios
del estado nutricional, como consecuencia de la sustitución de la alimentación
tradicional por una alimentación hipercalórico con exceso de grasas y azúcares
en medio de cambios económicos, demográficos, sociales y de salud, considerados
por algunos estudiosos como parte del riesgo cuando se transita el camino al
desarrollo,
(Landaeta, 2011).
Esta
transición nutricional, no es un simple cambio alimentario, es un proceso
multifactorial de cambios socioculturales, económicos y de comportamiento. Ha
estado acompañada-precedida por la transición demográfica, que es el
cambio desde un patrón de alta fertilidad y mortalidad a uno de baja fertilidad
y mortalidad, lo cual es bueno. No toda transición es mala, y la transición
epidemiológica resultante es el cambio desde un patrón de alta prevalencia
de desnutrición y enfermedades infecciosas, hacia uno de enfermedades crónicas
no transmisibles, López y col (2011).
En la transición
nutricional que observamos en países desarrollados o en vías de desarrollo, el
factor que más contribuye, es la urbanización. Cuando la gente migra hacia las
ciudades en espera de un progreso económico y de una mejor fuente de ingreso,
lo que generalmente encuentra es una alta
pobreza urbana.
Hay una gran
ignorancia nutricional generalizada, la cual es alimentada por los medios de
comunicación que ofrecen mensajes dirigidos al consumismo masivo, y también,
indudablemente hay mayor acceso a los aceites vegetales, a la comida rápida y
comida de alta densidad calórica; a los cuales se recurre con frecuencia por
las limitaciones de tiempo que tiene la mujer para cocinar, entre otras, por su
doble rol.
Actualmente, en
Venezuela se presenta una superposición de problemas de salud pública, los
cuales constituyen un reto a causa de la doble carga: malnutrición por déficit,
altas prevalencias de enfermedades infecciosas y la mortalidad por enfermedades
crónicas no transmisibles (ECNT), que cada día van en aumento: enfermedades
del corazón (20,58%), cáncer (15,41%), enfermedades cerebro vasculares (7,64%)
y diabetes (7,11%), MPPS (2014).
Entonces, en
Venezuela coexisten tanto el déficit como el exceso. Estos son datos oficiales
de Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, donde se utiliza la
combinación de los tres indicadores (peso-edad, talla-edad, peso-talla) para
diagnóstico nutricional. En los lactantes el déficit se mantiene y el exceso
aumenta, en los niños preescolares predomina la reducción crónica compensada,
la talla baja.
En escolares y
adolescentes predomina la desnutrición crónica compensada y el sobrepeso
superó la desnutrición aguda con creces. En adultos, especialmente en mujeres
mayores de 30 años, predomina el sobrepeso y la obesidad. Estos datos
concuerdan con los reportados por el Sistema de Vigilancia
Alimentaria y Nutricional, el cual destaca que el déficit ha aumentado de 9,9%
a 18,4% y el sobrepeso de 15,9% a 19,3% en escolares de 7 a 14 años entre 2001
y 2007.
Adicionalmente en el Estudio
Nacional de Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad en Venezuela del (INN, 2013),
se establece que la población de 7 a 19 años reportan déficit de 10,7% mientras
que el sobrepeso alcanza 14,5% y la obesidad 9,6%, reflejando el acelerado
incremento de la malnutrición por exceso.
Los niños venezolanos ya padecen
afecciones “de adultos”: diabetes, hipertensión, colesterol alto, síndrome
metabólico y problemas cardiovasculares, situaciones que requieren una urgente
intervención para tratar de revertir su incremento en el corto plazo. Algunos
estudios señalan que más del sesenta por ciento de los niños venezolanos son
sedentarios, condición que en nada favorece una buena calidad de vida, si como
se sabe, un niño obeso puede morir antes o ser un adulto discapacitado
(Landaeta, 2011).
En
forma específica, la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano (Encovi, 2014), realizada por los
investigadores Virgilio Bosh, Maritza Landaeta, Marianella Herrera, de la
Fundación Bengoa y de las Universidades Central de Venezuela (UCV), Simón
Bolívar (USB) y Católica Andrés Bello (UCAB), divulgada en mayo 2015, alertó acerca
del desequilibrio del menú que se sirven en los hogares.
Otro
dato que arrojó Encovi y que destacan los investigadores, es que al menos 11,3%
de los consultados confesaba que sólo comía dos o menos veces al día. Pero lo
más grave es que no se trata de comidas de calidad. Por el contrario, a veces
se trata simplemente de dos arepas sin relleno de proteínas. En los estratos
más pobres, el porcentaje de quienes no se alimentan 3 veces al día sube a 39%
(Nuñez, M., El Nacional, 2015).
Esta
situación se está agravando significativamente ya que en el año 2015, los
hogares en situación en pobreza aumentaron en un 53% (73% de hogares y el 76%
de los venezolanos en pobreza), la pobreza extrema se duplicó y la mitad de los
No Pobres del 2014, pasaron a ser pobres en el 2015 (Encovi, 2015).
A los investigadores les preocupa un posible
resurgimiento de males como la anemia, causada por la deficiencia de hierro.
Estamos en riesgo de presentar deficiencias que ya en Venezuela se habían
superado. Por ejemplo, el déficit de calcio, es gravísimo porque atenta contra
el crecimiento de los niños. En ese sentido, la ausencia de leche, que se ha
ido convirtiendo en un producto cada vez más raro en los anaqueles, figura
entre los mayores motivos de alarma, ya que se trata de otro alimento
fundamental. Constituye una de las proteínas más fáciles de digerir y más
eficiente de incorporar a los tejidos, contiene calcio, fósforo y vitamina A.
Otro
micronutriente cuyo comportamiento debe vigilarse, es el ácido fólico, una
vitamina del complejo B que tiene entre otras funciones la de prevenir
malformaciones congénitas, como la espina bífida o el labio leporino-paladar
hendido. Una posible deficiencia es especialmente preocupante en una población
con altas cifras de embarazo en adolescentes (10,1% para RBV vs 7,6% para Latinoamérica y el Caribe,
UNFPA, 2015). Las hortalizas de hojas verdes y frutas cítricas son algunos de
los productos que lo proveen.
La
reducción en el consumo promedio diario de calorías, pasó de 2.285 en 2012 a
1.831 en 2014, nos sitúa por debajo del límite recomendado por la FAO de 2.304
calorías diarias (FAO, 2008) y por el Estado venezolano de 2.300 calorías al
día. A partir de 2012, el venezolano ha disminuido el consumo de alimentos y
actualmente está en insuficiencia calórica, que debe estar generando severos
problemas para la alimentación en los grupos más vulnerables (niños,
embarazadas y adultos mayores) y en los sectores de menores recursos.
En la infancia el estado
nutricional constituye un indicador de salud y de bienestar, tanto a nivel
individual como poblacional, ya que está asociado con el crecimiento y
desarrollo, la actividad física y la respuesta inmune (Hernández y Dini, 2009)
Es urgente generar una ideología del bienestar a través de la promoción de
estilos de vida saludables, una alimentación variada que estimule el consumo de
vegetales y frutas, reducción en el tamaño de la ración, aumento de la actividad y el ejercicio
físico; y una vida libre de adicciones
como el alcohol y el tabaco.
Como acción concreta, en el
marco de dichas líneas estratégicas, el Instituto Nacional de Nutrición (INN)
propone a partir del año 2007, el “Trompo
de los Grupos de Alimentos”, como directriz visual o representación gráfica
de los grupos de alimentos, el cual constituye la clave de una alimentación
variada y balanceada. Sirve de guía para el consumo de
alimentos en proporciones adecuadas según las necesidades nutricionales de la
población venezolana. Recomienda el consumo moderado de azúcar y aceites.
Promueve estilos de vida saludable, a través de la combinación de alimentación,
actividad física y consumo de agua. Rescata el consumo de platos tradicionales
para alcanzar la Soberanía Alimentaria. Desplaza modelos de consumo exógenos
representados por cereales como el trigo y frutas como la manzana, no
producidos en el país que ocasionan dependencia de las importaciones. Promueve
la cultura tradicional, a través del trompo como juego y herramienta
representativa de Venezuela, desplazando otros íconos de clasificación de
alimentos como la pirámide. Permite la sustitución de alimentos dentro de las
franjas para combatir la especulación y el acaparamiento.
Las
normas recomendadas por el INN se orientan a ubicar en el desayuno el 25 de la
calorías diarias, el almuerzo aportará el 30%, las meriendas entre el 15-20% y
la cena cubrirá entre el 25%-30% de la energía diaria. Por ello la importancia
del desayuno en el régimen del niño preescolar. También se debe insistir en que
sólo el 10% de los azúcares consumidos serán de azúcares simples el 90%
restante lo serán de absorción lenta, como los contenidos en los cereales,
vegetales o frutas.
De acuerdo al INN, la agrupación de alimentos está orientada a
promover el consumo de una dieta variada y balanceada de acuerdo a las
recomendaciones nutricionales. Los alimentos se han clasificado
en cinco (5) grupos de acuerdo a su valor nutritivo, con la finalidad de
orientar a la población en la selección adecuada de alimentos que conforman su
dieta y a que consumen diariamente en cada comida una alimentación balanceada,
es decir, aquella que proporcione al organismo todas las sustancias nutritivas
que favorecen el crecimiento, el desarrollo y el buen estado de salud.
Cabe
la pregunta, en las condiciones descritas para nuestro país las dificultades de
cubrir estas expectativas son difíciles de cumplir y requiere de acciones en
todos los escenarios, donde la educación debe cumplir un rol protagónico.
En
este sentido, se debe dar prioridad a la Educación Alimentaria y Nutricional en
las políticas públicas existentes y nuevas. Se deben promover proyectos
políticos y pedagógicos que se centren en los alimentos, la educación
alimentaria y nutricional, la formación docente y de especialistas en el área,
proponer planes y programas sobre la promoción de la educación alimentaria a
todos los niveles y modalidades del sistema educativo, con mayor prioridad en
la población infantil (Landaeta, 2010).
El
componente educativo, que debe caracterizar a la alimentación y nutrición, se
debe concebir como una estrategia de formación, lo que requiere desagregar la
teoría de la nutrición, en estrategias didácticas que consideren la salud desde
una visión integral y la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles
desde su consideración nutricional, ya que a través de ella se puede prevenir
en salud, formar en valores y en identidad, que permitan mejorar la calidad de
vida de sus ciudadanos.
Estas
orientaciones pueden y deben ser consideradas en las políticas educativas, en
el currículo y en los programas de educación, en los proyectos educativos, en
la consolidación de una adecuada formación docente, en la dotación de recursos
y en los servicios de salud que se desarrollen en la escuela, en una formación
gerencial con mayor compromiso con la promoción de hábitos saludables de alimentación
y nutrición, y la corresponsabilidad de la familia en la formación integral del
niño y la niña desde la Educación Inicial.
Fuente:
Encovi
(2014). Encuesta sobre condiciones de Vida en Venezuela 2014. Documento en
línea. Disponible: www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/pobreza.pdf.
Encovi
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línea. Disponible: www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/2015_pobreza_misiones.pdf.
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Instituto Nacional de Nutrición (2008). El trompo de los grupos de alimentos.
Documento en línea. Disponible: http://www.inn.gov.ve/.
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de Nutrición (2013). Estudio
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Landaeta-Jiménez,
M., (2011). Transición nutricional ¿ruta segura a la obesidad? Anales Venezolanos de Nutrición. Volumen
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López de Blanco,
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Documento en línea. Disponible: https://www.unfpa.org/sites/default/files/sowp/downloads/State_of_World_Population_2015_SP.pdf
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