jueves, 16 de noviembre de 2017

Venezuela y su contexto alimentario-nutricional

Venezuela es un país en desarrollo en medio de una crisis muy prolongada, y está inmerso en una transi­ción alimentaria y nutricional desde hace muchos años. Este fenómeno, no es más que la secuencia de características y cambios del estado nutricional, como consecuencia de la sustitución de la alimentación tradicional por una alimentación hipercalórico con exceso de grasas y azúcares en medio de cambios económicos, demográficos, sociales y de salud, considerados por algunos estudiosos como parte del riesgo cuando se transita el camino al desarrollo, (Landaeta, 2011).
Esta transición nutricional, no es un simple cambio alimentario, es un proceso multifactorial de cambios socioculturales, económicos y de comportamiento. Ha estado acompañada-precedida por la transición demográfica, que es el cambio desde un patrón de alta fertilidad y mortalidad a uno de baja fertilidad y mortalidad, lo cual es bueno. No toda transición es mala, y la transición epidemio­lógica resultante es el cambio desde un patrón de alta prevalencia de desnutrición y enfermedades infecciosas, hacia uno de enfermedades crónicas no transmisibles, López y col (2011).
En la transición nutricional que observamos en países desarrollados o en vías de desarrollo, el factor que más contribuye, es la urba­nización. Cuando la gente migra hacia las ciudades en espera de un progreso económico y de una mejor fuente de ingreso, lo que generalmente encuentra es una alta pobreza urbana.
Hay una gran ignorancia nutricional generalizada, la cual es alimentada por los medios de comunicación que ofrecen mensajes dirigidos al consu­mismo masivo, y también, indudablemente hay mayor acceso a los aceites vegetales, a la comida rápida y comida de alta densidad calórica; a los cuales se recurre con frecuencia por las limitaciones de tiempo que tiene la mujer para cocinar, entre otras, por su doble rol.
Actualmente, en Venezuela se presenta una superposición de problemas de salud pública, los cuales constituyen un reto a causa de la doble carga: malnutrición por déficit, altas prevalencias de enfermedades infecciosas y la mortalidad por enfer­medades crónicas no transmisibles (ECNT), que cada día van en au­mento: enfermedades del corazón (20,58%), cáncer (15,41%), enfermedades cerebro vasculares (7,64%) y diabetes (7,11%), MPPS (2014).
Entonces, en Venezuela coexisten tanto el déficit como el exceso. Estos son datos oficiales de Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, donde se uti­liza la combinación de los tres indicadores (peso-edad, talla-edad, peso-talla) para diagnóstico nutricional. En los lactantes el déficit se mantiene y el exceso aumenta, en los niños preescolares predomina la reducción crónica compensada, la talla baja.
En escolares y adolescentes predomina la des­nutrición crónica compensada y el sobrepeso superó la desnutrición aguda con creces. En adultos, especial­mente en mujeres mayores de 30 años, predomina el sobrepeso y la obesidad. Estos datos concuerdan con los reportados por el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, el cual destaca que el déficit ha aumentado de 9,9% a 18,4% y el sobrepeso de 15,9% a 19,3% en escolares de 7 a 14 años entre 2001 y 2007.
Adicionalmente en el Estudio Nacional de Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad en Venezuela del (INN, 2013), se establece que la población de 7 a 19 años reportan déficit de 10,7% mientras que el sobrepeso alcanza 14,5% y la obesidad 9,6%, reflejando el acelerado incremento de la malnutrición por exceso.
Los niños venezolanos ya padecen afecciones “de adultos”: diabetes, hipertensión, colesterol alto, síndrome metabólico y problemas cardiovasculares, situaciones que requieren una urgente intervención para tratar de revertir su incremento en el corto plazo. Algunos estudios señalan que más del sesenta por ciento de los niños venezolanos son sedentarios, condición que en nada favorece una buena calidad de vida, si como se sabe, un niño obeso puede morir antes o ser un adulto discapacitado (Landaeta, 2011).
En forma específica, la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano  (Encovi, 2014), realizada por los investigadores Virgilio Bosh, Maritza Landaeta, Marianella Herrera, de la Fundación Bengoa y de las Universidades Central de Venezuela (UCV), Simón Bolívar (USB) y Católica Andrés Bello (UCAB), divulgada en mayo 2015, alertó acerca del desequilibrio del menú que se sirven en los hogares.
Otro dato que arrojó Encovi y que destacan los investigadores, es que al menos 11,3% de los consultados confesaba que sólo comía dos o menos veces al día. Pero lo más grave es que no se trata de comidas de calidad. Por el contrario, a veces se trata simplemente de dos arepas sin relleno de proteínas. En los estratos más pobres, el porcentaje de quienes no se alimentan 3 veces al día sube a 39% (Nuñez, M., El Nacional, 2015).
Esta situación se está agravando significativamente ya que en el año 2015, los hogares en situación en pobreza aumentaron en un 53% (73% de hogares y el 76% de los venezolanos en pobreza), la pobreza extrema se duplicó y la mitad de los No Pobres del 2014, pasaron a ser pobres en el 2015 (Encovi, 2015).
A los investigadores les preocupa un posible resurgimiento de males como la anemia, causada por la deficiencia de hierro. Estamos en riesgo de presentar deficiencias que ya en Venezuela se habían superado. Por ejemplo, el déficit de calcio, es gravísimo porque atenta contra el crecimiento de los niños. En ese sentido, la ausencia de leche, que se ha ido convirtiendo en un producto cada vez más raro en los anaqueles, figura entre los mayores motivos de alarma, ya que se trata de otro alimento fundamental. Constituye una de las proteínas más fáciles de digerir y más eficiente de incorporar a los tejidos, contiene calcio, fósforo y vitamina A.

Otro micronutriente cuyo comportamiento debe vigilarse, es el ácido fólico, una vitamina del complejo B que tiene entre otras funciones la de prevenir malformaciones congénitas, como la espina bífida o el labio leporino-paladar hendido. Una posible deficiencia es especialmente preocupante en una población con altas cifras de embarazo en adolescentes (10,1% para RBV vs 7,6% para Latinoamérica y el Caribe, UNFPA, 2015). Las hortalizas de hojas verdes y frutas cítricas son algunos de los productos que lo proveen.
La reducción en el consumo promedio diario de calorías, pasó de 2.285 en 2012 a 1.831 en 2014, nos sitúa por debajo del límite recomendado por la FAO de 2.304 calorías diarias (FAO, 2008) y por el Estado venezolano de 2.300 calorías al día. A partir de 2012, el venezolano ha disminuido el consumo de alimentos y actualmente está en insuficiencia calórica, que debe estar generando severos problemas para la alimentación en los grupos más vulnerables (niños, embarazadas y adultos mayores) y en los sectores de menores recursos.
En la infancia el estado nutricional constituye un indicador de salud y de bienestar, tanto a nivel individual como poblacional, ya que está asociado con el crecimiento y desarrollo, la actividad física y la respuesta inmune (Hernández y Dini, 2009) Es urgente generar una ideología del bienestar a través de la promoción de estilos de vida saludables, una alimentación variada que estimule el consumo de vegetales y frutas, reducción en el tamaño de la ración,  aumento de la actividad y el ejercicio físico;  y una vida libre de adicciones como el alcohol y el tabaco.
Como acción concreta, en el marco de dichas líneas estratégicas, el Instituto Nacional de Nutrición (INN) propone a partir del año 2007, el “Trompo de los Grupos de Alimentos”, como directriz visual o representación gráfica de los grupos de alimentos, el cual constituye la clave de una alimentación variada y balanceada. Sirve de guía para el consumo de alimentos en proporciones adecuadas según las necesidades nutricionales de la población venezolana. Recomienda el consumo moderado de azúcar y aceites. Promueve estilos de vida saludable, a través de la combinación de alimentación, actividad física y consumo de agua. Rescata el consumo de platos tradicionales para alcanzar la Soberanía Alimentaria. Desplaza modelos de consumo exógenos representados por cereales como el trigo y frutas como la manzana, no producidos en el país que ocasionan dependencia de las importaciones. Promueve la cultura tradicional, a través del trompo como juego y herramienta representativa de Venezuela, desplazando otros íconos de clasificación de alimentos como la pirámide. Permite la sustitución de alimentos dentro de las franjas para combatir la especulación y el acaparamiento.
Las normas recomendadas por el INN se orientan a ubicar en el desayuno el 25 de la calorías diarias, el almuerzo aportará el 30%, las meriendas entre el 15-20% y la cena cubrirá entre el 25%-30% de la energía diaria. Por ello la importancia del desayuno en el régimen del niño preescolar. También se debe insistir en que sólo el 10% de los azúcares consumidos serán de azúcares simples el 90% restante lo serán de absorción lenta, como los contenidos en los cereales, vegetales o frutas.
De acuerdo al INN, la agrupación de alimentos está orientada a promover el consumo de una dieta variada y balanceada de acuerdo a las recomendaciones nutricionales. Los alimentos se han clasificado en cinco (5) grupos de acuerdo a su valor nutritivo, con la finalidad de orientar a la población en la selección adecuada de alimentos que conforman su dieta y a que consumen diariamente en cada comida una alimentación balanceada, es decir, aquella que proporcione al organismo todas las sustancias nutritivas que favorecen el crecimiento, el desarrollo y el buen estado de salud.
Cabe la pregunta, en las condiciones descritas para nuestro país las dificultades de cubrir estas expectativas son difíciles de cumplir y requiere de acciones en todos los escenarios, donde la educación debe cumplir un rol protagónico.
En este sentido, se debe dar prioridad a la Educación Alimentaria y Nutricional en las políticas públicas existentes y nuevas. Se deben promover proyectos políticos y pedagógicos que se centren en los alimentos, la educación alimentaria y nutricional, la formación docente y de especialistas en el área, proponer planes y programas sobre la promoción de la educación alimentaria a todos los niveles y modalidades del sistema educativo, con mayor prioridad en la población infantil (Landaeta, 2010).
El componente educativo, que debe caracterizar a la alimentación y nutrición, se debe concebir como una estrategia de formación, lo que requiere desagregar la teoría de la nutrición, en estrategias didácticas que consideren la salud desde una visión integral y la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles desde su consideración nutricional, ya que a través de ella se puede prevenir en salud, formar en valores y en identidad, que permitan mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
Estas orientaciones pueden y deben ser consideradas en las políticas educativas, en el currículo y en los programas de educación, en los proyectos educativos, en la consolidación de una adecuada formación docente, en la dotación de recursos y en los servicios de salud que se desarrollen en la escuela, en una formación gerencial con mayor compromiso con la promoción de hábitos saludables de alimentación y nutrición, y la corresponsabilidad de la familia en la formación integral del niño y la niña desde la Educación Inicial.
Fuente:
Encovi (2014). Encuesta sobre condiciones de Vida en Venezuela 2014. Documento en línea. Disponible: www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/pobreza.pdf.
Encovi (2015). Encuesta sobre condiciones de Vida en Venezuela 2014. Documento en línea. Disponible: www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/2015_pobreza_misiones.pdf.
FAO (2008). Actualizando las necesidades energéticas mínimas. Dirección de Estadística de la FAO. Roma, octubre 2008. Documento en línea. Disponible: www.fao.org/fileadmin/templates/ess/documents/food_security_statistics/metadata/FAO_MetodologiaPrivacionAlimentaria.pdf
Hernández, G., y Dini, E., (2009). Evaluación del estado nutricional. En, Nutrición en Pediatría. CANIA. Cap I. p. 3-74. Empresas Polar Caracas.
Instituto Nacional de Nutrición (2008). El trompo de los grupos de alimentos. Documento en línea. Disponible: http://www.inn.gov.ve/.
Instituto Nacional de Nutrición (2013). Estudio Nacional de Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad en Venezuela. Ediciones Gente de Maíz. INN. Caracas.
Landaeta-Jiménez, M., (2010). Una aproximación al panorama de la seguridad alimentaria y nutricional. Anales Venezolanos de Nutrición. 23, (2). 2.010, p. 65-66
Landaeta-Jiménez, M., (2011). Transición nutricional ¿ruta segura a la obesidad? Anales Venezolanos de Nutrición. Volumen 24, No. 1, Año 2011. Documento en línea. Disponible: http://anales.fundaciónbengoa.org/ediciones/2011/1/?i=editorial
López de Blanco, M.; Landaeta de Jiménez, M,; Sifontes Y. (2011).Venezuela y su contexto nutricional. CANIA. Año 14. Nº 23. P.4-10.
Ministerio del Poder Popular para la Salud (2014). Anuario de Mortalidad 2012. Dirección General de Epidemiología, Dirección de Información y Estadísticas de Salud. Gobierno Bolivariano de Venezuela. Caracas.
Núñez, M., (2015). ¿Que comemos los venezolanos?, El Nacional domingo 7 de junio, siete días p. 1, 2 y 3.
UNFPA (2015). Estado de la población mundial 2015. Fondo de Población Humana de las Naciones Unidas. Documento en línea. Disponible: https://www.unfpa.org/sites/default/files/sowp/downloads/State_of_World_Population_2015_SP.pdf


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