La desnutrición infantil priva a los
niños de los nutrientes necesarios en su período más importante de crecimiento,
generando secuelas tanto mentales como físicas que son irreversibles y
permanentes. Además de impedir el desarrollo del completo potencial de estos
niños, la desnutrición repercute también
en el progreso económico e impone costos adicionales a la sociedad, añadiendo
presión sobre los sistemas de educación y salud.
Los niños desnutridos comienzan la
vida con un terrible impedimento, con mayores probabilidades de morir en los
primeros días o semanas de aquellos que nacen con peso y tamaño adecuado.
Igualmente son también más vulnerables a las infecciones, que consecuentemente
reducen su apetito, prolongan la desnutrición e inhiben el crecimiento.
El desarrollo cognoscitivo y del
comportamiento de esos niños probablemente va a quedar afectado de igual
manera. Si llegan a la edad escolar, su pobre desarrollo cerebral limitará su
capacidad de aprender y no les permitirá concentrarse en los estudios que
eventualmente les darían acceso a un buen puesto de trabajo. Lo más triste es
saber que este ciclo probablemente se repita en sus hijos, perpetuando la
pobreza generación tras generación, si no hacemos algo para evitarlo.
Lo anterior permite afirmar sin lugar
a duda que, además de los problemas éticos y sociales que entraña la
desnutrición infantil, se añaden consecuencias económicas negativas. Dichos
costos no se limitan al ciclo de vida de cada persona, sino que afectan a sus
hijos, los que también serán más vulnerables, perpetuándose así la desnutrición
y la pobreza.
Fundamentos de la
desnutrición
Los principales factores que se
asocian al aparecimiento de la desnutrición como problema de Salud Pública se
pueden agrupar en: medioambientales (por causas de la naturaleza o humanas),
socio-culturales-económicos (asociados a los problemas de pobreza e inequidad)
y político- institucionales, los que en conjunto
aumentan o disminuyen las vulnerabilidades bio-médicas y productivas, las que,
a su vez, condicionan la cantidad, calidad y capacidad de absorción de la
ingesta alimentaría que determinan la desnutrición.
Cada uno de estos factores aporta,
aumentando o disminuyendo, la probabilidad de que una persona padezca
desnutrición. Así, el peso de cada uno depende de la fase de la transición
demográfica y epidemiológica
en que cada país se encuentra y la etapa del ciclo de vida en que se ubican las
personas, definiendo, en conjunto, la intensidad de la vulnerabilidad
resultante
Por otra parte, la desnutrición tiene
efectos negativos en distintas dimensiones de la vida de las personas, entre
las que destacan los impactos en la salud, la educación y la economía (costos y
gastos públicos y privados, y menor productividad).
Como consecuencia de lo anterior,
estos efectos conllevan mayores problemas de inserción social y un incremento o
profundización del flagelo de la pobreza e indigencia en la población,
reproduciendo el círculo vicioso al aumentar con ello la vulnerabilidad a la desnutrición.
Dichos impactos se presentan como
incrementos de probabilidad y pueden presentarse de manera inmediata o a lo
largo de la vida de las personas, los que se convierten en mayor riesgo de
desnutrición posterior entre quienes la han sufrido en las primeras etapas del
ciclo vital y mayor incidencia de otras consecuencias. Así, problemas de
desnutrición intrauterina pueden generar dificultades desde el nacimiento hasta
la adultez.
Fuente:
Caritas de Venezuela.
http://caritasvenezuela.org.ve/2017/03/31/ii-boletin-enero-febrero-2017-monitoreo-centinela-del-estado-nutricional-en-menores-de-5-anos/
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