jueves, 22 de marzo de 2018

Deficiencia de yodo en embarazadas y lactantes

El yodo es un elemento traza esencial para la producción de hormonas tiroideas (HT), triyodotironina (T3) y tiroxina (T4). Estas hormonas tienen un papel muy importante en el crecimiento y desarrollo temprano de la mayoría de los órganos, en particular del cerebro durante las etapas embrionaria, fetal y postnatal.
La deficiencia de yodo (DY) ocasiona una serie de trastornos conocidos como trastornos por DY, entre los que destacan el bocio endémico, hipotiroidismo, cretinismo y anomalías congénitas. A pesar de los grandes avances logrados en la lucha contra esta carencia nutricional, basados en la fortificación de la sal común, aún persiste la deficiencia de este mineral durante periodos de la vida como los del embarazo, lactancia y en niños menores de dos años, caracterizados por sus elevados requerimientos nutricionales.
Una adecuada ingesta de yodo es particularmente importante para los niños que reciben lactancia materna exclusiva, ya que en ellos la leche materna (LM) es la única fuente de yodo. La carencia de yodo durante el embarazo y el postparto conduce a déficit neurológico en los niños, y es la principal causa de retardo mental prevenible en el mundo.
Nutrición materna
La nutrición de la madre es un importante determinante del crecimiento en los niños, y en países en desarrollo se han reportado alteraciones dentro de un periodo crítico de 1000 días, que abarcan desde la concepción hasta los dos años de edad.
El yodo, presente en pequeña cantidad en la mayoría de los alimentos, es absorbido en el tracto digestivo, pasa a la circulación sanguínea y por medio de una proteína que transporta el yodo, penetra de forma activa al interior de la célula tiroidea y de otros tejidos extra tiroideos, como los de placenta y glándula mamaria.
La ingesta materna de Yodo y Selenio está relacionada positivamente con sus concentraciones en LM, no habiendo evidencia convincente de que la concentración de otros elementos traza en LM sea afectada por la dieta de la madre. El Selenio es un elemento esencial, presente en altas concentraciones en la tiroides.
La concentración de otros minerales como el Calcio, Fósforo, Magnesio, Sodio y Potasio en LM no es afectada por la dieta. Sin embargo, se ha llamado la atención, para destacar la importancia del riesgo de deficiencia de Hierro en infantes nacidos de madres deficientes en este mineral, así como de anemia por deficiencia de hierro en niños que han recibido lactancia materna exclusiva, por lo que se hace necesario conocer el estado nutricional del Hierro. Sin embargo, aunque la organización mundial de la salud (OMS) ha enfatizado la importancia de prestarle mayor atención a la nutrición de la mujer lactante, esto en la práctica se lleva a cabo pocas veces.
La OMS, ha definido varios indicadores, para el estudio de las prácticas de alimentación de lactantes y niños pequeños:
• lactancia materna exclusiva de menores de seis meses
• continuación de la lactancia materna al año de vida
• lactancia materna continuada a los dos años.
• Inicio temprano de la lactancia materna.
La OMS describe el periodo de alimentación complementaria como aquel durante el cual, se proveen otros alimentos o líquidos además de la leche materna. Antes del año 2001, la OMS recomendaba que los niños fueran alimentados con lactancia materna exclusiva hasta los 4-6 meses de edad.
En mayo de 2001, la Asamblea Mundial de la Salud pide a sus estados miembros, promover la lactancia exclusiva por seis meses, como una recomendación global de salud pública. En 2003, la OMS modifica esta recomendación, ya que, aunque mantiene la lactancia exclusiva los primeros seis meses y la introducción de alimentos complementarios a partir de esta edad, amplía el periodo de lactancia hasta los primeros dos años del niño.
La Academia Americana de Pediatría, reafirma su recomendación de lactancia Materna exclusiva durante seis meses, seguida de un periodo de alimentación complementaria y continuando con lactancia materna durante un año o más, según lo deseen mutuamente la madre y el niño.
En Venezuela, la legislación define la lactancia materna óptima, como la práctica de la lactancia materna exclusiva a libre demanda durante los primeros seis meses de edad del niño o niña, seguida de la provisión de alimentos complementarios, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad.
Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Nutrición halló, que solo 27,86 % de los niños venezolanos menores de seis meses recibió lactancia materna exclusiva y la alimentación complementaria hasta los dos años, resultó inoportuna, inadecuada y mal administrada.
En países de bajos y medianos ingresos, las personas más pobres tienden a amamantar por más tiempo que sus homólogas más ricas en todos los grupos de países, pero especialmente en los de ingresos medios. De allí que el interés manifiesto de los organismos de salud y alimentación, por extender hasta dos años la lactancia materna, debe ir acompañado no solo de la promoción de una adecuada alimentación complementaria en el niño, sino también de la vigilancia y monitoreo de la nutrición de la madre lactante.
La diversificación de la dieta, una de las estrategias establecidas para corregir la malnutrición por deficiencia de micronutrientes, debe ponerse en práctica en el caso del lactante menor de seis meses, brindando protección, apoyo y estímulo a la lactancia humana y enfatizando en la salud y la buena nutrición de la madre.
En la prevención del déficit de nutrientes en los niños debe contemplarse, entre otros aspectos, el apoyo especializado a todas las madres lactantes para que inicien la alimentación complementaria con alimentos adecuados, oportunos e inocuos, sin abandonar la lactancia materna hasta los dos años, vigilando el cumplimiento del código Internacional de comercialización de sucedáneos de la leche materna, protegiendo así a las madres y sus hijos de influencias comerciales inapropiadas.
Los requerimientos maternos de yodo durante el periodo de lactancia se incrementan para lograr un adecuado aporte tanto a la madre, como al niño lactante en desarrollo a través de la LM. Consecuentemente, la OMS, la Fundación de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Consejo Internacional para el control de los trastornos por deficiencia de yodo, definen como 250 µg/día la ingesta adecuada de yodo para la madre lactante. Estudios realizados en recién nacidos, han establecido una ingesta requerida de yodo para mantener un balance positivo, de 15 µg/ Kg/d en niños a término y de 30 µg/Kg/d en niños pretérmino.
Nuevos valores de referencia de yodo para la población venezolana se adoptaron en una reciente revisión. En ella se establecieron los valores de Ingesta dietética recomendada, el valor de referencia para las mujeres que lactan es 290 µg/d, un poco mayor a la ingesta adecuada de yodo definida por OMS- UNICEF.
También se ha reportado, en poblaciones con un adecuado programa de yodación de la sal, suficiencia de yodo en escolares y embarazadas, pero con DY en madres lactantes y alto riesgo de DY en niños de 6-12 meses que recibieron alimentación complementaria sin un adecuado contenido de yodo.
En áreas de moderada a severa DY, los niños menores de dos años han presentado una prevalencia de hipotiroxinemia cuatro veces mayor que la de sus madres lactantes, mujeres en edad reproductiva y gestantes. Es necesario vigilar la yodación de la sal y realizar el monitoreo de la situación nutricional del yodo,  en niños en edad escolar, embarazadas, mujeres en periodo de lactancia y en niños menores de dos años, vigilando tanto situaciones de deficiencia como de exceso).
Para la OMS, la estrategia de fortificación de la sal común con yodo resulta ser la más práctica, efectiva y económica para corregir la DY, cuando se aplica mediante la yodación universal de la sal (YUS), entendida como la yodación de toda la sal destinada al consumo humano y animal, de forma directa y a través de los alimentos procesados industrialmente.
En muchos países y regiones, se ha corregido la DY sin haberse alcanzado el 90 % de consumo de sal adecuadamente yodada (> 15 ppm de yodo) en los hogares, situación ocurrida probablemente por el consumo de otras fuentes de yodo, como el pan, pescado, leche de vaca y sus derivados. Basados en la evidencia de algunos países, donde los requerimientos de los grupos más vulnerables como lo son las embarazadas, mujeres en lactación y niños de 6-24 meses de edad no son alcanzados en ocasiones mediante la sal yodada, se han recomendado estrategias complementarias como la suplementación con yodo, aunadas al fortalecimiento de los programas de YUS, para asegurar una nutrición óptima en estos grupos poblacionales.
Otros factores inciden en la recurrencia o permanencia de una nutrición inadecuada de yodo en países o regiones. Entre ellos, el deterioro de la situación socio económica, pobres conocimientos y malas prácticas o hábitos alimentarios. Por ello se hace necesario educar a la mujer en edad fértil, sobre la importancia del yodo en la nutrición, como parte de una estrategia de salud pública dirigida a reducir la DY.
Las adolescentes gestantes constituyen un grupo de mucho mayor riesgo, y mientras menor sea el periodo postmenarquia de la gestación, mayor será el riesgo de desnutrición debido a que sus necesidades de energía y nutrientes son mayores, por no haber culminado aún su crecimiento, una situación de gran relevancia en Venezuela, donde se presenta una alta tasa de fecundidad en adolescentes, la más alta de Suramérica.
Recientemente una encuesta realizada en hogares venezolanos, reveló que 81% de los hogares resultaron con algún nivel de pobreza y orientaron mayormente la compra de alimentos hacia los cereales, con reducción en la adquisición de proteínas de origen animal, así como de leguminosas y frutas, en un entorno de bajas disponibilidades y/o dificultades para el acceso a los alimentos y medicinas, situaciones que potencialmente afectan el estado nutricional de niños menores de dos años y sus madres en lactación, muchas de ellas adolescentes.
Al inicio de la lactación, la Concentración de Yodo en Leche Materna (CYLM) es más elevada, de allí que el calostro contenga mayor cantidad de yodo que la leche madura. Pero el hábito tabáquico de la mujer lactante puede afectar la transferencia del mineral a la LM. Se ha demostrado que el fumar durante la lactancia, se asocia a una reducción de la CYLM. Además, las madres fumadoras presentan niveles altos de tiocianatos, que interfieren el transporte de yodo a la glándula mamaria.
Por ello se hace necesario destacar: (a) los requerimientos de yodo en la mujer lactante casi duplican los de una mujer adulta no embarazada, (b) la concentración de yodo en la leche está determinada por la ingesta de la madre, (c) la reducción del consumo de sal para prevenir enfermedades cardiovasculares y la escasa educación nutricional dirigida a las madres, pueden conducir a disminuir la ingesta del yodo presente en alimentos naturales o fortificados, (d) los requerimientos de yodo en niños menores de 2 años son mucho más elevados en relación a su peso corporal, comparados con otros grupos de edad, (e) la carencia de yodo durante el embarazo y lactancia afecta el desarrollo neurológico y motor desde las primeras etapas de la vida y es la primera causa mundial prevenible de retardo mental.

Fuente:

Luis Caballero, (2017). Deficiencia de yodo en mujeres lactantes. Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría; Vol 80 (2): 62 – 68. http://www.svpediatria.org/repositorio/publicaciones/2017/AVPP%2080-2.pdf

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