jueves, 9 de mayo de 2019

Los primeros 1.000 días de la vida: clave esencial para una vida saludable.


Los primeros 1.000 días se corresponde al tiempo que transcurre desde la concepción hasta los 2 años de edad.
Es una etapa de vulnerabilidad que representa una ventana crítica y que debe ser transformada en una “ventana de oportunidad” para el desarrollo de las potencialidades del niño la cual tendría repercusión positiva o negativa a corto, mediano y largo plazo y en consecuencia, no se debe escatimar en su inversión.
Es conocido el efecto de la programación metabólica como consecuencia de condicionantes adversos en edades muy tempanas del desarrollo del niño, se preconiza que las enfermedades cardiovasculares y metabólicas del adulto podrían tener su origen en la edad fetal.
La OMS, desarrolló la iniciativa de los primeros 1.000 días cuyo objetivo es proponer intervenciones sobre las circunstancias que pueden afectar el desarrollo de un niño en dicha etapa.
Los Primeros 1.000 días de vida es el nuevo paradigma determinante de la salud en todo el curso de vida, que incorpora a la Epigenética, referida a los factores externos de diferente índole (nutricionales o no), que pueden afectar la expresión genética sin cambiar la secuencia de las bases del ADN.
La malnutrición, al inicio de la vida ocasiona una programación fetal que puede promover modificaciones estructurales y metabólicas, conocida como  Programación Metabólica pudiendo ser el origen en las enfermedades cardiovasculares y metabólicas del adulto que contribuyen al incremento de la morbimortalidad.
Es importante vigilar la condición nutricional preconcepcional, especialmente, en la edad fértil y posconcepcional de la embarazada para la prevención del bajo peso o alto peso al nacer.
A nivel cerebral, la malnutrición pre y posnatal afecta su desarrollo el cual es muy vulnerable. El cerebro tiene un crecimiento rápido, organizado y gradual en los 2 primeros años de vida alcanzando el 80% de su peso adulto, para ello requiere de nutrientes claves (Proteínas, Carbohidratos, Hierro, Cobre, Zinc, Ácidos grasos polisaturados de cadena larga, Iodo, Vitaminas A, B6, D, C), para un adecuado desarrollo cerebral que permita que el niño desarrolle toda su potencialidad cognitiva y de adaptabilidad social.
En forma específica, la Programación Fetal se define como un proceso de adaptación por el que la nutrición y otros factores ambientales alteran las vías de desarrollo durante el período de crecimiento prenatal, induciendo con ello cambios en el metabolismo posnatal y la susceptibilidad de los adultos a la enfermedad crónica.
La programación fetal puede ser explicada por la epigenética, definida como alteraciones hereditarias de la expresión génica a través de modificaciones en el ADN y en las histonas centrales sin cambios en la secuencia del ADN, que pueden ser reversibles además de poder ser transmitidas a subsiguientes generaciones.
Desde las etapas tempranas del desarrollo ocurren modificaciones en el ADN que determinan patrones de expresión génica específicos que explicarían el efecto de los factores ambientales sobre el desarrollo y durante la vida. La metilación del ADN es el principal regulador epigenético del genoma y caracterizándose por ser estables y heredables e identificándose dos períodos del desarrollo de mayor influencia que son el estadio de células germinales y embriones en periodo de pre implantación.
En el feto puede darse cambios adaptativos al entorno hostil, especialmente agresiones nutricionales, modificando la síntesis hormonal o la sensibilidad tisular a sus efectos, siendo la insulina y el cortisol, las dos más importantes moléculas involucradas en estos cambios programáticos que pueden llevar a grandes modificaciones somáticas y funcionales, dando origen al termino Origen del Desarrollo de Salud y Enfermedad (ODSE).
De acuerdo con la Teoría de Baker (ODSE), las adaptaciones fetales son la causa de cambios permanentes en la estructura y fisiología del organismo que derivan en el desarrollo de enfermedades en la vida adulta.
Según esta teoría, un ambiente hostil in útero puede conllevar a una programación anormal de vías metabólicas relacionadas entre sí, impactando la vida posnatal. Cuando una agresión, como la desnutrición in útero, actúa en un periodo crítico, se produce un cambio somático y funcional permanente del organismo en desarrollo.
La exposición del feto a altos niveles de glucocorticoides (Compuesto que pertenece al tipo de los llamados corticosteroides-esteroides-hormonas), los cuales afectan el metabolismo y tienen efectos antiinflamatorios e inmunodepresores),  puede conducir a largo plazo a programación de la función del Eje Hipotálamo-Hipofisario Suprarrenal (EHHS), de la misma forma que afecta el desarrollo cerebral y el epigenoma (El epigenoma se compone de compuestos químicos que modifican, o marcan, el genoma de manera que le dice qué hacer, dónde hacerlo y cuándo hacerlo.), incluyendo la metilación del ADN, la acetilación de histonas y microRNA.
La malnutrición durante la gestación puede producir alteraciones persistentes, como reducción del número de células, modificación estructural de los órganos, selección de clones celulares específicos y modificaciones en ejes hormonales críticos como el EHHS. El impacto a largo plazo, dependerá del estadio en el que se produzca la malnutrición, de su duración e intensidad.
El periodo crítico de cada tejido es aquel de mayor replicación celular, condicionando cambios en el patrón de crecimiento y desarrollo del feto, e incluso de la placenta. Cuando la disponibilidad de nutrientes durante el embarazo está afectada ocurre una adaptación en el desarrollo fetal mediante ajustes hormonales cuyo objetivo es la supervivencia incluso en la etapa posnatal, a fin de que el recién nacido esté protegido para enfrentar un ambiente nutricional adverso.
Si el aporte nutricional posnatal lleva a un crecimiento excesivo (compensatorio) puede originar alteraciones metabólicas que lo colocan en riesgo de enfermedades en la etapa adulta, dando lugar a la Teoría del genotipo-fenotipo ahorrador.
Las consecuencias del déficit van a depender del momento o tiempo en que se encuentra el desarrollo cerebral, la dosis o severidad y el tipo de nutriente. Cada nutriente tiene un rango óptimo para el desarrollo normal y cualquier valor fuera del rango, lesiona el desarrollo de la descendencia. Una reducción en la alimentación en el embarazo induce disfunción cerebral permanente en los niveles cognitivos y de comportamiento, si es moderada el feto se nutre a expensas de la madre.
El hierro tiene un rango de tolerancia mínimo, una ligera variación en la ingesta induce un desarrollo cerebral anormal, Zinc, Iodo, Colina, tienen rangos de tolerancia mayores.
La malnutrición proteica materna, prenatal y posnatal y la falta de hierro retarda la Neurogénesis cerebelosa, se pierde la capa granular, y hay arborización aberrante de las dendritas de la célula de Purkinje y lesiona el hipocampo asociado con la memoria espacial.
El déficit de ácido fólico contribuye a la aparición de malformaciones congénitas especialmente del tubo neural. La obesidad materna afecta al hipocampo, alterando la expresión de genes que median la eficacia de las sinapsis, lesionando el aprendizaje espacial y la memoria en la adultez, alteran redes neuronales específicas, disminuyen la proliferación y la maduración de neuronas en el tercer ventrículo, hipotálamo y corteza cerebral
En síntesis, la Nutrición Materna y un ambiente intrauterino beneficioso para el crecimiento y maduración fetal son aspectos críticos en la intervención preventiva de los patrones de salud y enfermedad de las poblaciones.
Por ello, la vigilancia y protección de la mujer embarazada es una política de salud de alto impacto para el control de enfermedades crónicas no transmisibles, además de aquellas asociadas directamente a morbimortalidad materno-infantil
Fuente:
Academia  Nacional  de  Medicina (2019). FORO: “Invertir en los primeros 1000 días de la vida. Dra. Enriqueta Sileo, Dra. María Josefa Castro, Dr. José Antonio O’Daly Carbonell y Dra. Mercedes López de Blanco. Palacio de las Academias. 28 de marzo, Caracas-Venezuela.

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